2.11.08

GALERÍA VÉRTICE: "PEQUEÑAS HISTORIAS DE MATERNIDAD 2" DE NATALIA IGUIÑIZ Y CENSURA A LA EXPOSICIÓN "LA MIGRACIÓN DE LOS SANTOS" DE CRISTINA PLANAS

Diego Otero, en el suplemento El Dominical, del diario limeño El Comercio, da cuenta de la exposición individual de Natalia Iguiñiz: “Pequeñas Historias de Maternidad 2” que será inaugurada el 11 de noviembre próximo en Galería Vértice. Texto que copiamos al final.

En la versión impresa de esta misma nota, Otero menciona las críticas, e intensión de censura, que se está gestando por parte de un reducido grupo de vecinos católicos, apostólicos, romanos, obtusos y retrógrados hacia la exposición “La Migración de los Santos” de Cristina Planas, que se viene dando en esta galería de San Isidro. Una “Falta de Respeto a la Iglesia” es el argumento de los vecinos, quienes aparentemente han llevado estos hechos a instancias legales.

A continuación, la trascripción del acápite referido a esta intentona de censura.


Censura Non Sancta

Hasta el cierre de esta edición, un problema de orden ajeno al artístico amenazaba la muestra de Natalia Iguiñiz: “La Migración de los Santos”, la exposición de Cristina Planas que se exhibe en el mismo espacio –Galería Vértice de San Isidro- hasta el sábado 8 de este mes, ha sido objeto de severas críticas y voluntades censoras por parte de un grupo organizado de vecinos. Dicho grupo opina que las esculturas y fotografías de Planas, que proponen un juego acerca de los múltiples sentidos de la migración y las formas de la fe, le faltan el respeto a la Iglesia Católica. El tema, al parecer, habría pasado a instancias legales, y la Galería Vértice, que tiene un reconocimiento sostenido en una serie de exposiciones de calidad, solventes y profesionales, vería su prestigio mancillado. Esperamos que las cosas queden ahí, y que, a partir del miércoles 11, podamos apreciar el trabajo de Natalia Iguiñiz, que, como el buen arte contemporáneo, solo busca contagiar las ganas de pensar y de sentir.

El Dominical. Lima, 2 de noviembre del 2008. Pág. 7.


Cuál es el lugar de las cosas salvajes

Acción Cotidiana. ´Stills´ de un video que discute la "naturalidad" en la experiencia materna.


NUEVA INDIVIDUAL DE NATALIA IGUIÑIZ EN GALERÍA VÉRTICE. SEGUNDA PARTE DE UNA TRILOGÍA QUE LLEVA EL TÍTULO "PEQUEÑAS HISTORIAS DE MATERNIDAD", ESTA MUESTRA PRETENDE DAR CUENTA, A PARTIR DE DISTINTOS FORMATOS Y TRADICIONES (PINTURA, FOTO, DIBUJO, VIDEO), DE UN FENÓMENO DIVERSO Y MENOS NATURAL DE LO QUE SE CREE. AMPARÁNDOSE EN LO COTIDIANO, IGUIÑIZ EXPLORA LOS CLICHÉS Y LAS FANTASÍAS DE UNO DE LOS PROCESOS MÁS COMPLEJOS DE LA EXPERIENCIA HUMANA.

Por Diego Otero


I

El cuadro es de un formato bastante grande, y el rostro de la bebe ocupa casi toda su superficie, como una figura agigantada que se asoma a los límites del contenedor y parece estar a punto de romper la bidimensionalidad. El título --"Mi niña no me come"-- altera el sentido de un clásico de la literatura pediátrica sobre crecimiento y alimentación --"Mi niño no me come"-- para hablar de la irrupción de lo amenazante detrás del estereotipo de dulzura y naturalidad. Hay otra cosa: bien visto, el rostro de la bebe está en el ángulo con que un niño suele ver el rostro de la madre cuando esta va a darle de lactar. De pronto, en un juego de permutaciones, estamos viendo a la bebe desde su propio punto de vista, y hay algo ahí desproporcionado y ominoso.

Dice Natalia Iguiñiz: "La exposición tiene un tono constante de registro y reelaboración de lo cotidiano, que es el tono que impone la maternidad. 'Mi niña no me come' tiene que ver con eso: todas las noches en que rogaba que la bebe durmiera aunque sea tres horas. O incluso antes, todas las veces que pensé: cuánto de mí quedará después de los hijos".

II

"Pequeñas historias de maternidad 2" es la continuación de una trilogía que empezó el 2005 y que Iguiñiz concibió en un clima mental completamente distinto. Por entonces ella lidiaba con una seguidilla de intentos frustrados de gestación y el asunto era la fantasía que se activaba desde la posibilidad de no llegar a tener hijos. En "Pequeñas historias de maternidad 1" destacaba una serie llamada "Chicas malas", elaborada a partir del retrato y el testimonio de un grupo de mujeres que no habían podido o querido ser madres. El título tenía que ver con una cierta mirada de afuera que emitía un juicio: algo no andaba bien en ellas --¿Eran egoístas? ¿Lo suyo era un fracaso?--. "Cuando establecí contacto supe que efectivamente habían lidiado con una ansiedad pero que la tenían superada. Esa experiencia fue liberadora. A partir de entonces empecé a darme cuenta de que la maternidad es un impulso que puede ser domesticado. Pero si, al contrario, la cultura dice que no hay forma de evitar el impulso, que ser madre es esencial para la condición femenina, se genera una presión. Una presión que en un punto ayuda en las dificultades que implica el proceso, pero que también puede generar frustraciones".

III

La imagen más incómoda es la más afirmativa: un montaje fotográfico en el que la propia artista se da de lactar a sí misma. El trabajo se apropia del título del libro que Cecilia Larrabure publicó el año pasado: "Ciertos vacíos", un ensayo fotográfico sobre orfandad, violencia y memoria en el Perú. Para Iguiñiz las alusiones hoy se dirigen hacia orfandades menos concretas y brutales. En el universo de lo estrictamente personal reparar ciertos vacíos implica hacerse cargo de uno mismo, nutrirse de su propio interior.

IV

En la muestra hay también una serie de fotos que parecen no tener mayor conexión entre sí, que están entre la captura de sucesos cotidianos y el registro documental. Por ejemplo: un mechón de pelos enredados en un pequeño charco de leche, o una vieja y desgastada almohada abierta a un extremo con un tajo, mostrando su descompuesto interior, o el resto cortado de un cordón umbilical. El título de la serie --"El lugar de las cosas salvajes"-- no es gratuito: enfrentarse a un niño recién nacido es, en algún punto, enfrentarse a la propia vulnerabilidad que uno experimenta cuando nace.

"Esta, por ejemplo, era la almohada de mi abuela --dice Iguiñiz, mostrando una de las fotos--. La he tenido desde chica y me daba una especie de ansiedad tirarla a la basura, por eso la fotografié primero, como una forma de conservar algo de ella. Pero antes de echarla le hice un tajo, para ver finalmente cómo era su interior. Cuando me hicieron la cesárea, con mi segundo hijo, esa imagen apareció a mi mente como un flash. Esta serie es un poco el recuento de esas sensaciones primitivas, que uno no puede simbolizar bien, sobre las que uno es incapaz de construir un discurso, y que sin embargo vuelven constantemente a la memoria".

V

En "Pequeñas historias de maternidad 2" hay también una videoinstalación en tiempo real, que reproduce una de las actividades rutinarias en la vida actual de Natalia Iguiñiz. Entrar al baño público, cerrar la puerta de la caseta, armar la bomba extractora de leche, desvestirse el torso, conectarse el aparato a los senos, esperar que la máquina realice su trabajo Quince minutos en los que una acción entendida como absolutamente cálida y orgánica --dar de lactar-- se convierte en un proceso mecánico, frío, técnico. Otra paradoja: hoy día la cibernética puede ser el puente para acceder a lo natural.

Iguiñiz ya está pensando en la tercera parte de "Pequeñas historias de maternidad", que cerrará el círculo. Se tratará de una especie antológica de piezas vinculadas a la maternidad en diálogo con trabajos de la propia artista. Un cuadro de Christian Bendayán en el que el pintor aparece en brazos de su madre, como en una cautivante Pietá tropical; o un collage de Susana Torres hecho a base de ecografías y 'stickers', o uno de esos vestigios enormes y oscuros que hizo Haroldo Higa para "Fantasía", y que parecen representar partes de un juguete destruido por un niño a escala gigante.

2 comentarios:

Elsie Ralston dijo...

Qué pajita el blog, y la iniciativa David.
Nos vemos mañana para la charla a los fotógrafos, si pueden lleguen a las 7:30 para prepararla juntos.
Besos!

Anónimo dijo...

azu mare