1.2.09

¿QUE PASA EN BELLAS ARTES?

Como ya es de conocimiento público La Escuela Nacional de Bellas Artes se encuentra atravesando la más aguda crisis de su historia. Desde noviembre del 2007 este centro superior de estudios se encuentra tomado por sus alumnos.

La gran participación estudiantil lograda con la toma del año 2001, y que originó el I Congreso de las Artes ¿A dónde Vamos?, no ha sido lo suficientemente sólida en el tiempo para evitar la profunda fragmentación que atraviesa esta escuela o para evitar la designación de personajes tan cuestionados como Luis Sono.

Desde hace dos semanas la profesora Andrea Ramos ha sido designada Directora Académica de esta institución. Una designación que ya debería dar visos de solución o de conciliación entre las partes enfrentadas.

Justamente el día de hoy domingo 1 de febrero del 2009, en el suplemento “El Dominical” del periódico limeño “El Comercio”, apareció un informe del periodista Diego Otero que da cuenta de esta coyuntura y recoge declaraciones de representantes estudiantiles y de la propia profesora Ramos. (Artículo que copiamos junto con un informe de Mabel Huertas para el programa de tv “Enemigos Íntimos” de Frecuencia Latina).

La crisis de la Escuela Nacional de Bellas Artes pone en evidencia la caótica situación en la que se encuentra la enseña superior de artes visuales y de “historia” del arte en el Perú. Una crisis sintomática de un gobierno central sin mayores políticas educativas, ni mucho menos culturales.


La crisis de la escuela

No tan Bellas Artes.

LA ESCUELA EN EMERGENCIA. A PUNTO DE QUE ENTRE EN VIGOR LA LEY QUE LE PERMITIRÁ OTORGAR TÍTULOS UNIVERSITARIOS, NUESTRA PRIMERA ESCUELA DE ARTE —TOMADA POR LOS ALUMNOS, CON EL AÑO ACADÉMICO INCONCLUSO Y SIN DIRECTOR HACE 10 MESES— ENFRENTA LA PEOR CRISIS DE SU HISTORIA.

Por: Diego Otero

El terremoto del 15 de agosto del 2007 dibujó una serie de profundas rajaduras en las columnas de la sede central de la Escuela Nacional de Bellas Artes. También inutilizó por completo algunas aulas de la Casa Canevaro —a media cuadra—, donde se solían dictar los talleres de pintura. A más de un año del terremoto, las rajaduras y la inhabilitación continúan, como un símbolo dramático de otras rajaduras y otras inhabilitaciones, acaso más severas, que vienen arrastrándose desde hace mucho tiempo.

Solo un dato nos puede dar alguna idea de la calamitosa situación: desde marzo del año pasado la escuela no cuenta con un director general, está absolutamente acéfala. ¿Por qué? Tratemos de seguir el recuento de los últimos hechos: La comisión presidida por Leslie Lee —un artista de prestigio innegable y de reconocida solvencia intelectual— se retira en el 2007, luego de que un grupo de profesores lo acusara de ejercer el cargo sin la titulación adecuada.

Vale la pena saber algo más de estos profesores: Todos ellos fueron despedidos el 2001, luego de que los alumnos realizaran una toma y los denunciaran “por incompetencia y malos manejos”. En el 2003 estos profesores ganan un juicio contra la escuela. Regresan y forman el sindicato de docentes de Bellas Artes. Y empiezan a ejercer presión para que Lee dejara el cargo. Finalmente, a la salida de este, el Ministerio de Educación envía otra comisión, esta vez encabezada por Manuel Solís, actual director de educación superior del ministerio.

Solís estuvo cuatro meses en la dirección general, y realizó un informe (No. 002-2008-CR) de resultados poco alentadores: La calidad profesional de buena parte de los profesores estaba por debajo de lo mínimamente exigible; la malla curricular era contradictoria, plagada de vacíos; había un clima de tensión entre distintas áreas de la institución, etcétera. A la salida de Solís, el ministerio encargó la dirección académica al profesor Roberto Villegas, pero este decidió jubilarse y encargar el puesto —a su vez— a Luis Sono, miembro del sindicato mencionado líneas arriba.

Entonces recrudecieron los problemas. Se dijo que Villegas no tenía potestad para delegar el cargo; se dijo también que el ministerio no había aprobado el traspaso de funciones. La crisis llegó a un punto de inflexión cuando un grupo amplio de estudiantes tomó nuevamente la escuela, en noviembre del año pasado, como una impugnación pública frente a lo que consideraron “una actuación inoperante por parte de las autoridades académicas y una displicencia generalizada por parte del Estado”.

El fin de año llegó con las clases suspendidas a causa de la toma. Sin embargo, extrañamente, los profesores recibieron un documento de la dirección académica que les solicitaba entregar notas. Pero, ¿qué notas podían entregar si no se había podido terminar de evaluar a los estudiantes? Un conjunto de docentes decidió entonces no acatar la medida y la situación se hizo insostenible: A estas alturas pocos querían que Sono permaneciera en el cargo por más tiempo.

¿Ministerio sordo?
Dos semanas atrás, alrededor del 15 de enero, una asamblea integrada por un grupo de profesores, egresados, alumnos y administrativos propone que Sono sea depuesto y que se nombre a la profesora Andrea Ramos, perteneciente a la asociación de docentes, como nueva directora académica. Una resolución de la secretaría general de la escuela aprueba la medida y Ramos asume el cargo con el propósito expreso de tender un puente entre el alumnado y la institución, y solucionar los puntos álgidos de la crisis al más corto plazo; de otro modo no se podrá asumir el rango universitario.

Según Hugo Alegre, que ha sido docente de la escuela por más de doce años, “Bellas Artes es una perfecta versión a escala del país. La escuela se ha convertido en un conjunto de cofradías y recelos. Por un lado está el sindicato y por el otro la asociación, y en el medio los alumnos. La cosa es sumamente compleja y la presencia de Andrea Ramos responde ciertamente a la urgente necesidad de que haya alguien que opere como intermediario. Ojalá que estos cambios sirvan para algo, pues en realidad el problema de fondo es que el ministerio tiene la escuela completamente abandonada”.

Marie Jean Castañeda, representante del Centro de Estudiantes de Bellas Artes, está de acuerdo: El problema de fondo es que el ministerio no está respondiendo a ninguna de las solicitudes de diálogo que la escuela propone. “Hemos hablado con el viceministro Idel Vexler, con el propio Solís. Incluso la Comisión de Educación del Congreso ha enviado un oficio al ministro Chang, pero no hay respuesta. Y la escuela depende del ministerio para funcionar, para aprobar cualquier cambio importante, para tomar medidas”. ¿Qué sucede con el ministerio?, ¿Es que sencillamente no le interesa que la escuela de arte más importante del país esté agonizando?

Nos comunicamos con Manuel Solís para plantearle estas y otras interrogantes, pero él prefirió no tocar el tema: “Sobre Bellas Artes yo no puedo opinar. Eso depende de Secretaría General del Ministerio de Educación, que es el nexo directo con el señor ministro. No está en el ámbito de gestión académica”. Por lo pronto, la escuela está con la soga al cuello, y entre la espada y la pared. Mientras no se convoque a elecciones para director general no se podrá acceder al rango universitario.

Sindicato vs asociación
Encontramos a Andrea Ramos en la Casa Canevaro, trabajando en un organigrama de tareas urgentes. Nuestra primera pregunta tiene que ver con el conflicto que parece haber entre el sindicato de profesores y la asociación. “Ese es uno de los temas más graves, y tiene que ver con una insalvable brecha generacional. Los profesores del sindicato, que son bastante mayores, insisten en un desarrollo académico tradicional, conservador; la asociación, que es un conjunto de profesores más o menos joven, busca abrir la institución a una concepción del arte acorde con los tiempos”.

Ramos cree que la mejor opción para zanjar problemas de esta índole es convocar a una asamblea con todos los profesores; una especie de tregua que les permita llegar a acuerdos comunes, y desde ahí trabajar. “Después de eso, lo justo sería que todos los profesores, sin excepción, pasemos por una evaluación realizada por profesionales imparciales, que no tengan ningún vínculo con la escuela. Solo así se puede recuperar la confianza de los alumnos”.

Ramos pone un ejemplo de cuán mal ha venido siendo manejada la institución: “El año pasado, a pesar de contar con una infraestructura semicolapsada y de tener problemas de diversa índole, se hizo ingresar a 120 alumnos. ¿Por qué no se postergó el examen o, por lo menos, por qué no se redujo las vacantes?”. Lamentablemente no hay tiempo de responder esas preguntas. Las prioridades son ahora cesar la toma y convocar elecciones. Solo así se podrá asumir el rango universitario. Solo así sobrevivirá la escuela.

El sistema (artístico) no responde
Quizá estemos siendo testigos de la última oportunidad de la escuela para volver a alzar vuelo, como en su época de esplendor. Después de todo, en los últimos diez años no ha habido más que crisis. En el 2001 la escuela estuvo tomada por tres meses; en el 2007 por diez días. Y no es que esas tomas hayan sido el capricho de un grupo de alumnos revoltosos e indisciplinados: han sido el síntoma más elocuente de una institución que hace agua y se hunde, jalonada por pequeñas mezquindades e intereses, burocracia, mediocridad, desinformación y desidia.

Andrea Ramos dice que no se puede trabajar mientras las cartas no estén sobre la mesa y las cosas no sean transparentes: “Cuando Solís llegó al cargo, convocó a una asamblea general, aseguró que iba a haber un diálogo horizontal y plural. Pero fue mentira: solo se reunió con los profesores del sindicato. A los de la asociación nos abrió la puerta solo una vez, y no de muy buena gana. El asunto es elemental, cuando hay grupos en conflicto y solo eliges a uno de esos grupos para dialogar, entonces generas más problemas”.

Entretanto, como bien lo han dicho algunas voces aisladas, como el artista y curador Miguel López desde su blog (arte-nuevo.blogspot.com), las élites artísticas han permanecido en un elocuente silencio frente a la crítica situación de la mayor escuela pública de arte del país. “Esta nueva crisis es, sin duda, un síntoma evidente de un sistema artístico que no es capaz de comprometerse colectivamente con lo más mínimo que podría exigirse: Una educación desde el arte respetable y digna. Resulta así curioso pensar en perspectiva ciertas utopías de crecimiento del campo del arte”.

¿Qué se derrumba, a fin de cuentas, junto al derrumbe de la escuela? Muchas cosas. En primer lugar, la esperanza de que el Estado pondere por fin el verdadero lugar que ocupa, o debería ocupar, la cultura en cualquier país: Nuestra identidad y nuestra autoestima social están edificadas sobre los bienes simbólicos que producimos. En segundo lugar, el sueño de un considerable grupo de jóvenes que piensan —todavía, con valiosa inocencia— que el arte es una de las últimas reservas de conciencia crítica, uno de los últimos espacios que pueden generar transformaciones.

+ info
Andrea Ramos, coordinadora del Área de Dibujo de la Ensabap, profesora asociada y, desde hace dos semanas, directora académica de la escuela, tiene la responsabilidad de intentar resolver el entrampamiento en el que se encuentra la institución. De lo contrario el rango universitario —es decir, la posibilidad de que los egresados puedan competir en igualdad de condiciones con los egresados de la PUCP, por ejemplo, en cuestión de becas y posibilidades profesionales— correría peligro. Por su parte, el centro de estudiantes de la escuela, a través de su blog (ce-ensabap.blogspot.com) viene haciendo públicas todas las acciones que realizan y todos los reclamos y solicitudes que enarbolan. Su dramático mensaje luego de la última toma termina con estas dos elocuentes condiciones para devolver las instalaciones: “Que no se proceda a elecciones hasta que existan las condiciones para ello; que se lleve a cabo una auditoría general y no queden impunes las irregularidades cometidas por los malos elementos de la Ensabap”.

1 comentario:

Juan Carlos Delgado dijo...

Estimado David:

Es cierto que el problema de Bellas Artes es un síntoma de la crisis estructural que padece la cultura en nuestra sociedad.

Crisis que se ve reflejada en todos los actores de esta encrucijada: autoridades, artistas, docentes, estudiantes e incluso la misma prensa, que no sólo ha demostrado falta de sensibilidad hacia el tema sino también lecturas bastante superficiales del problema.

Todos somos responsables de lo que nos está ocurriendo. Observo una tendencia en las partes a proyectarle los "males" al otro, sin ningún espacio de diálogo realmente horizontal.

Saludos.