La primera vez que pude ver su trabajo fue en el año 2003 en una exposición colectiva en el Centro Cultural Ricardo Palma de Miraflores que se llamó C.H.O.L.O. Desde ese momento, tanto su estilo como su actitud invectiva y cuestionadora me invitaron a plantear ese recorrido de las nuevas generaciones de artistas plásticos que se apropian, destruyen y reconstruyen los ideales de religiosidad, fe y santidad.
A continuación una breve reflexión sobre el tránsito de Marcelo como creador de nuevas idolatrías desde la plástica.
“Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”
La religiosidad está asociada a las imágenes, a lo material, a lo iconográfico y al fetiche. De esta forma lo cristiano tiene todo un repertorio objetual, que sirve según sus intereses como vehiculo de transito entre lo popular, masivo y los celestial sin mancha de este mundo.
Marcelo Zevallos es un artista multidisciplinario que se apropia de todo este repertorio, lo reinventa, recontextualiza, y crea un producto que despierta nuevas devociones y sincretismos.
De esta manera le saca la vuelta a esta extirpación de idolatrías del siglo XVI, donde asumir una doctrina era la única opción para sobrevivir. Pero esto pasó solo superficialmente, en el interior del inconciente colectivo las divinidades ancestrales, lo verdaderamente puro y vernacular seguía vivo, mutando y esperando su reflorecimiento.
“Sin pecado concebido”
El carácter politeísta es el inicio de la investigación de Marcelo, quien vestido como sacerdote católico hace una peregrinación, un “RECORRIDO SACERDOTAL” hacia los locales de venta de insumos para chamanes, brujos, hueseros, naturistas y sanadores en el centro de Lima, de esa manera su pulcra sotana se pasea en medio del humo del palo santo, velas negras, pociones para amarres, remedios contra el “atraso mestrual”, botellas con serpientes disecadas y frascos de sangre de grado.
Esta intervención en espacio público transcurre como una acción donde ocurre la mimesis con los habituales compradores. Esto implica la purificación de Marcelo como artitas y como personaje de sacerdote.
El ekeko es para Marcelo, como artista y como comunicador, el emblema de un mestizaje en tránsito, de una divinidad en movimiento, donde lo atiborrado es símbolo de expresión.
De esta forma el ekeko equivale a una casulla o la vestimenta liturgica, donde el que oficia misa sintoniza su carácter sacro con la explosión de colores de una cultura sojuzgada, Es así como ocurre la victoria de los que antes fueron vencidos.
Justamente otro proyecto dentro de esta línea es “NUEVA PIEL DEL EVANGELIO”, que desarrolló Marcelo y que se expuso en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, Colombia, y que fue muy cubierto por la prensa de ese país. Este trabajo plantea una puesta en valor de la fe popular que sintomáticamente es pluridevocional, es decir admite a varios dioses. En un solo plano puede estar el ornamento papal y la imagen de Sarita Colonia, estos componentes crean un “nuevo orden”.
“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”
El proyecto “ROSARIO DE SUERTE” es mucho más que una acción artística, es casi un trabajo de antropología, Marcelo reinventa el rosario católico, y le añade cuentas de Huairuro y en vez de un crucifijo coloca una herradura.
Es así que este rosario se nutre de las divinidades o creencias populares, Con este objeto los fieles no son simples receptores dentro de una parafernalia, ahora ellos intervienen y elevan lo popular-urbano a lo celestial.
Este rosario como elemento devocional adquiere una nueva nomenclatura, se convierte en elemento que grafica el sincretismo como secuencia inacabada, como algo en constante movimiento.
“CRISTO ROJO” implicó alumbrar el cristo de Sacsayhuaman en el Cusco con luz roja, Es así como Cristo recibe toda la penalidad de lo que implicó la colonización española, como extirpación de la religiosidad ancestral. Y además el color rojo por toda la sangre derramada en este proceso.
“Al que venza, le concederé sentarse conmigo en mi trono”
El trabajo de Marcelo, y su propuesta de vida, está marcada por estas variables donde lo ancestral, lo sacro-popular, el referente urbano y lo impuesto por la religiosidad católica crean un nuevo producto, ¿un híbrido?.
Analizar estos trabajos requiere una apertura mental y una sintonía con una apuesta crítica, donde no tiene sentido rasgarse las vestiduras. La nueva religiosidad implica una sistematización de contenidos y formas, algo que Marcelo logra de forma contundente.
Fotos:
Foto 1: Marcelo Zevallos, “Recorrido sacerdotal”, 12 de octubre del 2006. Av. Tacna. Centro Histórico de Lima, Perú.
Foto 2: Marcelo Zevallos, “Casulla Pachacac”, del Proyecto “Nueva piel del Evangelio” que se expuso en noviembre del 2006 en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, Colombia.
Foto 3: Marcelo Zevallos, “Rosario de Suerte, año
Foto 4: Marcelo Zevallos, “Cristo rojo”, 2002. Sacsayhuaman, Cusco, Perú.
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