Crónica sobre el Día de Acción y Movilización Global
¿OTRO MUNDO ES POSIBLE Y NECESARIO?
El evento se llevó a cabo en VES el 26 de enero
Por: Manuel Marcos
En un pequeño aviso de Internet –remitido a un limitado grupo–, se invitaba a hombres y mujeres del país a participar de una movilización que se realizaría en Villa El Salvador (VES). El motivo: «exigir el fin del imperialismo, el colonialismo y cualquier otra forma de opresión». La cita era para el 26 de enero y se suponía que serviría para imaginar que «otro mundo es posible y necesario» a través de diversas actividades culturales.
Según el aviso, era muy importante que todos los asistentes expresasen su descontento. Se arengaba a que se «despertara» la rebeldía. Con el mismo tono se anunció que las calles serían invadidas de arte –las paredes de uno de los colegios de VES serían muralizadas–, y que el evento terminaría con una velada cultural en alguna pizzería del populoso distrito.
Pero había más: en el mismo texto se resaltaba que estas mismas actividades se repetirían en 85 países, y que la movilización había sido programada para la misma fecha en que estarían reunidos, en Davos-Suiza, los «responsables globales de que el mundo funcione tan mal».
Al final del afiche se podía leer el nombre de los grupos de activistas y organizaciones locales que acudirían al evento: el Foro de
Muchas de las cosas que hasta aquí señalo resultarían incidentales si antes no volvemos al título de mí crónica «¿otro mundo es posible?» Por lo que pude observar el 26 de enero en Villa El Salvador, estoy seguro que no. No creo, simplemente, que desde Lima se pueda contribuir a forjar otro mundo y, mucho menos, subvertir la uniformidad básica del sistema postcapitalista y sus excesos.
¿Qué sucedió el sábado 26 de enero en esa movilización? Lo siguiente: tras imprimir el aviso de Internet, organizar mi traslado al cono sur y, finalmente, dar con el lugar señalado, pude constatar que éste se hallaba completamente vacío. Las horas señaladas para el inicio de las jornadas eran, prácticamente, las horas para espectar la informalidad con que «algunos» asumen los retos.
Resulta que a las tres de la tarde, según lo programado, se iniciaría «arte en la calles»; pero a esa hora recién llegaban los animadores del evento. Los activistas recién iniciaban el levantamiento de sus toldos o, algunos, comenzaban a explorar el lugar para encontrar el punto apropiado para exponer sus afiches, a lo largo de una alameda ubicada frente al municipio de VES.
A esto habría que agregar que ningún vecino de Villa El Salvador sabía nada. Nadie de ese distrito parecía haber sido invitado, y mucho menos sospechaba que desde sus calles se exigiría «el fin del imperialismo, colonialismo y cualquier otra forma de opresión». Si esta acción equivalía a una apuesta por el cambio como acto colectivo, lo mínimo que se pudo haber realizado era un trabajo de convocatoria con los pobladores del cono sur.
Los grupos feministas debieron contactarse con los comités, las organizaciones y los clubes de madres y no concentrar sus fuerzas en componer estribillos inapropiados bajo el calor sofocante de VES. Los otros colectivos y movimientos, debieron buscar el contacto con los grupos organizados de VES para unir sus voces con la de ellos.
Si el criterio que primó aquel día sábado era el de un llamado al cambio desde abajo, se debió buscar contar con «los de abajo» y no dedicarse a tomarles fotos. Esto no era turismo, ni era un momento para filmar a los transeúntes que, curiosos, se detenían a mirar los paneles, las exposiciones gráficas y las funciones de titiriteros y sikuris.
Más desconcertante aún fue la «velada cultural» en la pizzería tal como se acordó. Allí tampoco asistió la comunidad de Villa El Salvador.
Y entonces uno se pregunta: si en el volante se lanzan frases e interrogantes como «¿Estás conforme?», «¿Estás contento con el desempleo, la pobreza y la desigualdad?», «¿Con la falta de agua, la violencia y la discriminación?», pues lo natural de la reunión hubiese sido concertar acciones con los directamente vinculados con estos dramas y no a tratar el tema desde perspectivas aisladas en lugares donde las masas ni siquiera acuden.
Para reflexionar, debatir, elaborar propuestas, intercambiar experiencias y articular las acciones de los movimientos de la sociedad que se oponen al neoliberalismo, habría que dialogar con sus victimas. Hay que conocer cómo quieren que sea el nuevo mundo.
Es lamentable decirlo pero la lección de todo esto es que, a despecho de las hazañas de la inteligencia, algo del pasado continúa y se asienta en el mundo de hoy: la división de la sociedad en clases, en grupos sociales y económicos.
En las «extravagancias» y «payasadas» públicas –dos palabras lanzadas por un joven lugareño de ese distrito al ver desfilar el «corzo» de artistas y activistas-- de este tipo sólo se pudo detectar cierto esfuerzo naif por recobrar el lugar del artista en la vida pública, un lugar que le permita convertirse –en apariencia-- en un “ciudadano” activo. Es decir, un ciudadano activo en medio de una comunidad sin ciudadanos. Un ciudadano en un lugar donde la gente sobrevive gracias a que le saca la vuelta a su propio discurso de ciudadanía: con la informalidad.
Si realmente se busca generar condiciones para enfrentar los peligros del capitalismo es urgente construir una alternativa diferente a las que ofrece el oficialismo. Algo que vaya más allá del espíritu del activismo civil, ecológico, étnico o gay, y del ingenuo entusiasmo de unos cuantos universitarios y de dos o tres turistas (como los que asistieron a la velada pizzera). Es vital fusionar las alternativas de cambio con el sentir radical de las clases populares y definirla como una propuesta colectiva capaz de unir las demandas multitudinarias.
Sólo se puede ir adelante desde el interior mismo del movimiento y sentir popular. Los cambios vienen de un acto de masas y no de un hecho tramado o generado por una minoría, o clase, para la cual, tradicionalmente, las mayorías no cuentan. No se les invita. Se les toma fotos o se los filma. ¡Claro! Eso es arte.
1 comentario:
Estoy totalmente de acuerdo, y lo mismo sucede con los eventos organizados por el Foro de la Cultura Solidaria, pues al final todo parece anecdótico, o para satisfacciòn inconsistente de algunos de hacer algo por la sociedad y su entorno
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