I
DEBATE. Arte e ideas
"No podemos dejar de reflexionar"
LA DIRECTORA DEL MUSEO DE ARTE DE LIMA RESPONDE A LAS CRÍTICAS DE FERNANDO DE SZYSZLO. EN EL FONDO, LA DISCUSIÓN PARECE GIRAR EN TORNO AL VALOR DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
Por: Carlo Trivelli
Fernando de Szyszlo criticó recientemente la labor del Museo de Arte de Lima (MALI), primero en la revista de la Biblioteca Nacional y luego en declaraciones a “Perú.21”. El reconocido pintor no está de acuerdo con que el MALI se ocupe del arte contemporáneo, labor que lo hace parecer, según dijo, una galería de arte y que debería dejar, más bien, al Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Al respecto conversamos con Natalia Majluf, directora del MALI.
¿Qué opina de estas críticas a la labor del MALI?
No es la primera vez que Fernando de Szyszlo cuestiona el trabajo que el Museo de Arte de Lima viene haciendo en el campo contemporáneo. A mí me cuesta entender esa obstinación tan tajante en contra de que el MALI tenga un papel en el fomento del arte contemporáneo y, menos aun, que proponga que esa tarea se deje a una institución que aún no logra constituirse. Quiero dejar en claro que espero que esa institución, el Museo de Arte Contemporáneo, se llegue a constituir, porque en una ciudad de 8 millones de habitantes hacen falta más espacios para la difusión cultural. Pero si el MAC estuviera activo hoy, el MALI seguiría trabajando en el campo contemporáneo. No entiendo por qué una institución debe tener el monopolio de un ámbito de la creación cultural. Si el MALI no hubiera trabajado en el campo contemporáneo en las últimas dos décadas, ¿quién lo habría hecho? Hay cierto tipo de trabajo que no pueden hacer las galerías o los institutos.
Como crear una colección.
Efectivamente. Esa es la función esencial de un museo. Y un museo como este, que pretende ser representativo de toda la historia del arte del Perú, no puede simplemente borrarse de un plumazo toda la segunda mitad del siglo XX. El arte de las décadas del 60, 70, 80, 90 no puede desaparecer del mapa. Y lo que estamos haciendo es construyendo un acervo público para el país.
Otra de las críticas es que pareciera que, por ocuparse del arte contemporáneo, el MALI no atiende el arte de otros períodos.
Eso me sorprende muchísimo porque Fernando de Szyszlo, como integrante del Patronato de las Artes, recibe regularmente información sobre el museo: los planes de trabajo, los presupuestos y, por lo tanto, sabe todo lo que el MALI hace. Él sabe que se ha hecho un esfuerzo muy grande hace poco para adquirir un importante cuadro de Sabogal [su retrato de Camilo Blas] y que, además, hemos podido incorporar a la colección todo el archivo de Camilo Blas, que es el conjunto más grande de dibujos de un artista peruano del siglo XX. Y él sabe también del ambicioso trabajo que se está haciendo con José Gil de Castro, que no tiene precedentes en el país ni —me atrevería a decir— en toda la región, entre otros proyectos.
Acerca de las instalaciones de Centro Abierto, promovidas por el MALI y otras instituciones, Szyszlo dijo que le parecieron algo muy lindo pero falto de seriedad. Y añadió: “Ser peruano significa decir algo que tenga sentido para nosotros, y no pensar como si estuviéramos en Nueva York o Madrid”.
El mismo Szyszlo fue quien dijo, con respecto a la Agrupación Espacio y con respecto a la publicación de la revista “Las Moradas” que 1947 fue el año en que los peruanos fuimos por primera vez contemporáneos de todos los hombres. ¿Tendríamos que dejar de serlo hoy día? Creo que no. Y lo que el museo no quiere y no va a hacer es replegarse a una posición provinciana y solo mirar hacia adentro. Creo que el gran dinamismo que ha cobrado el arte peruano en los últimos 5 o 10 años tiene que ver con la apertura que la escena peruana demostró a partir de las bienales de Lima y también a partir del trabajo del propio museo que, con enorme esfuerzo, ha traído muestras como las de Cornelia Parker, On Kawara, Joseph Albers, la gran muestra de Fluxus con el instituto Goethe… Todas ellas han ayudado a gestar en el Perú una nueva mirada sobre el arte. No llego a entender esa posición en una persona que, con toda justicia, reclama valorar lo que hizo el Instituto de Arte Contemporáneo durante las décadas del 50 y 60, que trajo a artistas que, de otro modo, no hubiéramos podido conocer.
Parece haber cierta intransigencia con respecto al arte contemporáneo, de parte de Szyszlo y de otras personalidades de su entorno. Son conocidos, por ejemplo, los ataques de Mario Vargas Llosa a buena parte del arte contemporáneo, como a la famosa muestra “Sensation”, a la que le dedicó una columna titulada “Caca de elefante”, y, más recientemente, al trabajo de Damien Hirst…
No parecen tomar en serio las prácticas artísticas contemporáneas. Y yo lo entiendo, porque el arte de la posguerra en adelante ha sido un espacio de cuestionamiento al modernismo y sus supuestos. Y hay una ruptura generacional que yo considero mucho mayor que la que significó el arte moderno en su momento. Para alguien formado en la tradición moderna, el arte contemporáneo resulta difícil y resulta hostil. Eso se puede entender. Lo que no podemos hacer es dejar de reflexionar sobre ese proceso. Eso es parte de lo que nos toca hacer como museo.
I
PRÓXIMA GRAN EXPOSICIÓN
Antológica de Gordon Matta-Clark
Cuando se le pregunta por qué los grandes temas del arte, los universales y trascendentes, parecen ausentes en el arte contemporáneo, Majluf explica: “Es que están ausentes en la filosofía contemporánea. Eso es parte del gran cambio que ha significado lo que yo llamaría la revolución cultural de las últimas décadas. El modernismo quiso hablar del arte como un lenguaje abstracto y universal; los planteamientos posmodernos cuestionan ese discurso, proponen más bien fijarse en la diferencia, en las especificidades, para valorar y cuestionar los supuestos detrás de la utopía modernista”.
Es en esa línea de trabajo que se inserta la próxima exposición “Gordon Matta-Clark: deshacer el espacio”, un proyecto de alcance regional organizado por el MALI. Matta-Clark, hijo de los artistas Roberto Matta y Anne Clark, es una figura de singular importancia en el arte contemporáneo, aunque poco conocido en Latinoamérica. Por eso la muestra tiene carácter itinerante: está actualmente en Chile, viaja luego a Brasil y viene a Lima en el segundo trimestre del 2010 como parte de las actividades por la reapertura del MALI.
I